Una idea intuitiva, que todos tenemos, es que al cerrar un interruptor los electrones empiezan una loca carrera para alcanzar su destino final que sería la carga alimentada por la fuente de tensión. En nuestro caso desde la batería hasta una bombilla, un motor, etc.
Además comprobamos que esto es instantáneo todos los días. Cerramos el interruptor, o pulsamos el botón de encendido de un aparato, y todo se enciende o responde inmediatamente. Por ello, no es de extrañar que pensemos que los electrones son unos «velocistas» impresionantes y pueden viajar a la velocidad de la luz, o casi.
Nada más lejos de la realidad, los electrones en corriente continua son lentos, se desplazan a poca velocidad, en corriente alterna también, pero en este último caso van y vienen con una frecuencia de 100 o 120 Hz dependiendo si son europeos o americanos (por la frecuencia de la red 50 o 60 Hz), es decir que no van a ninguna parte oscilan al rededor de un punto.
Pero quedémonos con la corriente continua, la usada en patinetes, si en realidad casi no se mueven… ¿Quién es aquí el que hace que todo sea tan «rápido»?, la respuesta es la presencia un campo eléctrico. Al cerrar un interruptor establecemos una diferencia de potencial (eléctrico) entre dos puntos, lo cual hace que aparezca el nombrado «CAMPO ELÉCTRICO».
Es el campo eléctrico el que viaja a velocidades próximas a la de la luz, los famosos 300.000 km por segundo, y también quien transporta realmente la energía desde la fuente (batería) hasta la carga (motor).
Ya ves, muchas veces las cosas no son lo que parecen…